Hombre frente al discurso religioso de sus tiempos ©
Qué lejano parece el camino que desea
donde el vórtice del tiempo se asemeje a sus delirios.
¿Qué habrá del otro lado del abismo
donde el tiempo pesa y los años cansan?
Hoy, frente al pelotón de fusilamiento,
apunta con sus armas de deseos castrados por sus juicios,
delira con sudor de testaferro de los dioses,
aplaude con sus ojos viejos,
esperando el perdón de los viajeros.
El grito despiadado de una madre ante su hijo muerto
rendida a sus pies como becerro
como animal salvaje entre los cepos
conmueve su alma
como luna llena
como cena sin sabor
o sal sin cielo.
Es la alquimia y el verdor de las montañas
son los besos arrugados del patriarca
son las garras benditas de los celos,
venciendo la ruta de los muertos y,
atravesando las tierras sin cimientos.
Con su cuerpo tatuado
Su alma empeñada
El dolor sangra en su pecho
Su vida de trueno
Un cielo abierto
La pequeñez de su cuerpo
Engrandece su alma: su sacrificio,
grita el hombre liberando sus deseos
prisionero en la ruta de los tiempos.
Pobre amor desesperado y oprimido,
pobre hombre ensangrentado y marinero,
cuya vida se acaba lentamente sin presagios, sin estepas de mar
sin flores ni besos.
Sin tener la valentía de gritarse a sí mismo
y amarse, finalmente,
como lo hace un valiente guerrillero.
donde el vórtice del tiempo se asemeje a sus delirios.
¿Qué habrá del otro lado del abismo
donde el tiempo pesa y los años cansan?
Hoy, frente al pelotón de fusilamiento,
apunta con sus armas de deseos castrados por sus juicios,
delira con sudor de testaferro de los dioses,
aplaude con sus ojos viejos,
esperando el perdón de los viajeros.
El grito despiadado de una madre ante su hijo muerto
rendida a sus pies como becerro
como animal salvaje entre los cepos
conmueve su alma
como luna llena
como cena sin sabor
o sal sin cielo.
Es la alquimia y el verdor de las montañas
son los besos arrugados del patriarca
son las garras benditas de los celos,
venciendo la ruta de los muertos y,
atravesando las tierras sin cimientos.
Con su cuerpo tatuado
Su alma empeñada
El dolor sangra en su pecho
Su vida de trueno
Un cielo abierto
La pequeñez de su cuerpo
Engrandece su alma: su sacrificio,
grita el hombre liberando sus deseos
prisionero en la ruta de los tiempos.
Pobre amor desesperado y oprimido,
pobre hombre ensangrentado y marinero,
cuya vida se acaba lentamente sin presagios, sin estepas de mar
sin flores ni besos.
Sin tener la valentía de gritarse a sí mismo
y amarse, finalmente,
como lo hace un valiente guerrillero.
Agosto, 2014
Caribe ©
Rojas y amarillas flores caribeñas rasguñan nuestra piel
mientras el agua corre despavorida, abandonándonos sin piedad
Y humedeciéndonos los besos derramados en el río.
Una sensación de pecado invade mis entrañas,
sanguinarias bilis me atraviesan interiores
recordando que el tiempo se arrastra a mis pies
y se burla de mí,
diciéndome improperios.
Dos camas de bambú organizadas como campos de batalla
se apropiaron de las ganas perdidas
del constante traqueteo que nuestros cuerpos producen al restregarse en sus hojas
El ruidoso sonido acompaña el herrumbre de mis desabridos deseos
Apócrifos de tus sueños y despojo de tus placeres
Vos
Curtido de dolor poseyendo mis desafíos y con él,
todos mis despojos y harapientos deseos arrastrados
por el tiempo como una colcha de pedazos ,
que hubo cosido mi superego desde siempre.
Cervezas,
Maní y algunas cosas
el aullido descarnado de los congos,
Música y un doloroso canto que fluye,
nos hace gritar con desgarrador pujido
que lleva el desesperado presagio de una historia
cuyo fin; conocido por ambos
nos carcome, como siempre.
mientras el agua corre despavorida, abandonándonos sin piedad
Y humedeciéndonos los besos derramados en el río.
Una sensación de pecado invade mis entrañas,
sanguinarias bilis me atraviesan interiores
recordando que el tiempo se arrastra a mis pies
y se burla de mí,
diciéndome improperios.
Dos camas de bambú organizadas como campos de batalla
se apropiaron de las ganas perdidas
del constante traqueteo que nuestros cuerpos producen al restregarse en sus hojas
El ruidoso sonido acompaña el herrumbre de mis desabridos deseos
Apócrifos de tus sueños y despojo de tus placeres
Vos
Curtido de dolor poseyendo mis desafíos y con él,
todos mis despojos y harapientos deseos arrastrados
por el tiempo como una colcha de pedazos ,
que hubo cosido mi superego desde siempre.
Cervezas,
Maní y algunas cosas
el aullido descarnado de los congos,
Música y un doloroso canto que fluye,
nos hace gritar con desgarrador pujido
que lleva el desesperado presagio de una historia
cuyo fin; conocido por ambos
nos carcome, como siempre.
Destabuizándome ©
¿Solo para biólogos?
Habito tu retículo peludo
Y me deslizo por tu garganta
Mientras la mucosa moja con tu saliva
Mi rugoso tejido externo.
Baño con fluidos calientes
los fríos miedos de mis articulaciones
Y cubro con sangre fresca
los lacrimales desquiciados.
Rasgo tus rígidos cartílagos
Entrecruzados entre los tendones de mi alma
y escucho el gorgoreo de tus fluidos
que llevan hasta las ventanas de las vesículas biliares.
Logro escapar tras la respiración forzosa de tus pulmones
Que se hinchan y contraen
Como tus labios en mis circunferencias.
Solo sé que la vida me ha premiado con tu palabra
Habito tu retículo peludo
Y me deslizo por tu garganta
Mientras la mucosa moja con tu saliva
Mi rugoso tejido externo.
Baño con fluidos calientes
los fríos miedos de mis articulaciones
Y cubro con sangre fresca
los lacrimales desquiciados.
Rasgo tus rígidos cartílagos
Entrecruzados entre los tendones de mi alma
y escucho el gorgoreo de tus fluidos
que llevan hasta las ventanas de las vesículas biliares.
Logro escapar tras la respiración forzosa de tus pulmones
Que se hinchan y contraen
Como tus labios en mis circunferencias.
Solo sé que la vida me ha premiado con tu palabra
Canción para mí ©
Soy canción, soy arte, soy sonrisa
la pintura de un diluvio de pasiones encontradas
en la lluvia de paradojas y besos:
una fuente de luz no silenciada.
Fui una región de dolor intermitente,
una hoguera sin flores conservada.
una vertiente de musgos y heliconias:
la cordillera que gozaste en tus almohadas.
No consiguió el tiempo reprimirme,
no logró la magia conquistarme,
sobreviví al desquicio y los desprecios
por pasiones, de locuras perpetradas:
entregas sin sentido
a un alma que no sabe cómo se ama.
Tengo ahora una geografía distinta,
aprendí a controlar los ventarrones,
no hay despliegues de ríos en mis cuencas,
no hay desastres, ni tragedia en mis montañas.
Corre tranquila el agua en mis arroyos
Camina lenta la distancia que me llama
los colores de mi valle, son intensos
mis ojos, de verde, como el bosque, se han teñido
mis brazos fuertes sostienen mis mañanas.
Hoy no olvido que la historia me secunda
que es una ruta que me lleva hasta la orilla;
de una playa sin mar, pero con rocas
que hoy sostienen mi caverna ya habitada.
la pintura de un diluvio de pasiones encontradas
en la lluvia de paradojas y besos:
una fuente de luz no silenciada.
Fui una región de dolor intermitente,
una hoguera sin flores conservada.
una vertiente de musgos y heliconias:
la cordillera que gozaste en tus almohadas.
No consiguió el tiempo reprimirme,
no logró la magia conquistarme,
sobreviví al desquicio y los desprecios
por pasiones, de locuras perpetradas:
entregas sin sentido
a un alma que no sabe cómo se ama.
Tengo ahora una geografía distinta,
aprendí a controlar los ventarrones,
no hay despliegues de ríos en mis cuencas,
no hay desastres, ni tragedia en mis montañas.
Corre tranquila el agua en mis arroyos
Camina lenta la distancia que me llama
los colores de mi valle, son intensos
mis ojos, de verde, como el bosque, se han teñido
mis brazos fuertes sostienen mis mañanas.
Hoy no olvido que la historia me secunda
que es una ruta que me lleva hasta la orilla;
de una playa sin mar, pero con rocas
que hoy sostienen mi caverna ya habitada.
La alternancia ©
Llevo conmigo la voz de la mujer que amenaza con decir en el afuera,
sin renunciar al adentro.
Traigo conmigo una ventana de luces que iluminan lo desconocido
y permiten adentrar alternativamente el espacio prohibido
que rodea la existencia de mi sexo.
Tengo la dicha de esperar que experimentes la alternancia
que proponen los tiempos:
que tu entrada y salida de mi cuerpo no sean más
que el símbolo de lo que queremos,
dentro de los espacios conscientes que nos permiten que alternemos.
Vengo pensando que lo reclusorio de mi estancia
no es más que el bien simbólico instalado en mi sique
que me lleva a desbordar con rupturas y no con convencimiento.
Hombre, mi complemento, te reto a que pases al mundo de lo interno,
que disfrutes tus deseos con los placeres del control adentro
para que desbordes los espacios con fortuna y acierto.
Te exalto para que tomes en tus manos
las emociones que nos atormentan
y que discutamos sobre el lugar que queremos
mas no el que nos han heredado los tiempos.
Construyamos, entonces, espacios alternos;
que cuando disfrutemos del ancestral lugar que poseemos,
tomemos las manos y miremos de frente
mientras yo camino en el espacio externo:
con control, sabiduría, con tu estima y afecto.
Pero, no cierres la puerta,
porque quiero que estemos en el aquí y el allá,
justo cuando queremos;
sin rupturas, sin heridas, sin tanto parafraseo
que justifique una voz femenina en lo externo,
porque yo me quiero con verso, con voz, con palabra y con la calidez de mi sexo.
Y mientras tu cuerpo tramita el mundo de los deseos y tus ojos y cerebro son clavados en el lecho,
puedes mirar hacia afuera sin crear falsos conceptos,
disfrutando de tus tiempos, tus espacios y tus versos.
Que nuestra palabra pueda ser en el espacio externo, la vocera de los tiempos, la verdad de los viajeros, la cueva de los solos y la vida de los muertos.
sin renunciar al adentro.
Traigo conmigo una ventana de luces que iluminan lo desconocido
y permiten adentrar alternativamente el espacio prohibido
que rodea la existencia de mi sexo.
Tengo la dicha de esperar que experimentes la alternancia
que proponen los tiempos:
que tu entrada y salida de mi cuerpo no sean más
que el símbolo de lo que queremos,
dentro de los espacios conscientes que nos permiten que alternemos.
Vengo pensando que lo reclusorio de mi estancia
no es más que el bien simbólico instalado en mi sique
que me lleva a desbordar con rupturas y no con convencimiento.
Hombre, mi complemento, te reto a que pases al mundo de lo interno,
que disfrutes tus deseos con los placeres del control adentro
para que desbordes los espacios con fortuna y acierto.
Te exalto para que tomes en tus manos
las emociones que nos atormentan
y que discutamos sobre el lugar que queremos
mas no el que nos han heredado los tiempos.
Construyamos, entonces, espacios alternos;
que cuando disfrutemos del ancestral lugar que poseemos,
tomemos las manos y miremos de frente
mientras yo camino en el espacio externo:
con control, sabiduría, con tu estima y afecto.
Pero, no cierres la puerta,
porque quiero que estemos en el aquí y el allá,
justo cuando queremos;
sin rupturas, sin heridas, sin tanto parafraseo
que justifique una voz femenina en lo externo,
porque yo me quiero con verso, con voz, con palabra y con la calidez de mi sexo.
Y mientras tu cuerpo tramita el mundo de los deseos y tus ojos y cerebro son clavados en el lecho,
puedes mirar hacia afuera sin crear falsos conceptos,
disfrutando de tus tiempos, tus espacios y tus versos.
Que nuestra palabra pueda ser en el espacio externo, la vocera de los tiempos, la verdad de los viajeros, la cueva de los solos y la vida de los muertos.
Poema plástico ©
fuera,
el sol derrama sus colores mañaneros
y las olas acarician las arenas enfriadas por la noche,
caracoles se mueven con sus casas en busca de alimento,
huele a humedad, frescura y movimiento.
A lo lejos,
un rancho,
tan viejo y corroído
que el cielo se agacha para lamer su erosión.
Una barcaza,
en abandono y atrapada por la vida,
armoniza el paisaje del lugar.
Una red, tejida a mano,
desciende desde los fervores
hasta los anhelos.
En sus cuadros, deformados por la brisa marina,
cuelgan mustios los días en pedazos.
Una infinidad de botellas de aguardiente,
apiladas con algún orden,
ahogan silencios y deseos.
Cientos de trabajitos enlistados, sin concluir,
modelan sostenidos en estantes de esperanzas,
aguardan un momento y un lugar que no ha llegado.
Al otro lado del aposento una mochila de historias
se desborda con recuerdos.
Mientras mentiras y verdades
sometidas por discursos ancestrales,
se escoden y se asoman entre las arrugas de las sábanas
de un camastro rústico sin tender.
Cerca de la salida,
única entrada de luz,
luce una maleta un poco rota y con algunas pertenencias,
yace amarrada con mecates de mástil
impide la precipitada salida del viajero.
Un banco de tres patas, tembleque,
soporta una jarra de tibio café.
En la puerta, con su mirada hacia el sol,
un hombre,
grande como el mar,
con la consciencia de los sabios,
y la coherencia frágil de un corsario,
sigue fumando su cigarro
mientras aborda un nuevo barco
que lo deje vivir otra ilusión.
el sol derrama sus colores mañaneros
y las olas acarician las arenas enfriadas por la noche,
caracoles se mueven con sus casas en busca de alimento,
huele a humedad, frescura y movimiento.
A lo lejos,
un rancho,
tan viejo y corroído
que el cielo se agacha para lamer su erosión.
Una barcaza,
en abandono y atrapada por la vida,
armoniza el paisaje del lugar.
Una red, tejida a mano,
desciende desde los fervores
hasta los anhelos.
En sus cuadros, deformados por la brisa marina,
cuelgan mustios los días en pedazos.
Una infinidad de botellas de aguardiente,
apiladas con algún orden,
ahogan silencios y deseos.
Cientos de trabajitos enlistados, sin concluir,
modelan sostenidos en estantes de esperanzas,
aguardan un momento y un lugar que no ha llegado.
Al otro lado del aposento una mochila de historias
se desborda con recuerdos.
Mientras mentiras y verdades
sometidas por discursos ancestrales,
se escoden y se asoman entre las arrugas de las sábanas
de un camastro rústico sin tender.
Cerca de la salida,
única entrada de luz,
luce una maleta un poco rota y con algunas pertenencias,
yace amarrada con mecates de mástil
impide la precipitada salida del viajero.
Un banco de tres patas, tembleque,
soporta una jarra de tibio café.
En la puerta, con su mirada hacia el sol,
un hombre,
grande como el mar,
con la consciencia de los sabios,
y la coherencia frágil de un corsario,
sigue fumando su cigarro
mientras aborda un nuevo barco
que lo deje vivir otra ilusión.
Soy mujer ©
Soy mujer
Sola y callada,
Como una tumba seca sin su alimento
Como una piedra mustia entre los cimientos
Como una esfera precolombina sin descubrir.
Bella y con habla,
Como una loca que canta y grita su propia historia
Como un racimo de uvas verdes que se desbordan
Como una piedra preciosa al amanecer.
Desesperada y turbia,
Como el río que ve bajando la fuerza de la montaña
Como rocas pesadas que se atraviesan en el camino
Como el giro de un juego tonto sin detener.
Abierta y cerrada,
Como una fruta que no decide su caída del árbol
Como el lente que alumbra con timidez el alma del viejo
Como una ciénaga, como el pez.
Loca y cuerda,
Como alma libre de primavera y otoño
Como besos dados que no se alejan del pensamiento
Como palabras mágicas y alquimia pura,
Como la piel.
Adentro y afuera,
En el territorio de lo profano y de lo sagrado
En las esquivas esquinas quietas del ventarrón
Como los tiempos de amor eterno de vientos lentos
Como el Caribe y el norte juntos
Así soy mujer.
Sola y callada,
Como una tumba seca sin su alimento
Como una piedra mustia entre los cimientos
Como una esfera precolombina sin descubrir.
Bella y con habla,
Como una loca que canta y grita su propia historia
Como un racimo de uvas verdes que se desbordan
Como una piedra preciosa al amanecer.
Desesperada y turbia,
Como el río que ve bajando la fuerza de la montaña
Como rocas pesadas que se atraviesan en el camino
Como el giro de un juego tonto sin detener.
Abierta y cerrada,
Como una fruta que no decide su caída del árbol
Como el lente que alumbra con timidez el alma del viejo
Como una ciénaga, como el pez.
Loca y cuerda,
Como alma libre de primavera y otoño
Como besos dados que no se alejan del pensamiento
Como palabras mágicas y alquimia pura,
Como la piel.
Adentro y afuera,
En el territorio de lo profano y de lo sagrado
En las esquivas esquinas quietas del ventarrón
Como los tiempos de amor eterno de vientos lentos
Como el Caribe y el norte juntos
Así soy mujer.
Teresa ©
Huelo a ella,
siento su voz marchita entre mis reflejos,
giro entre sus insinuaciones como un viajero entre sus entrañas.
Un algo aprieta mi cuello
¡Cómo la extraño!
Huelo a ella,
un aroma que no me atrevía a sentir,
una voz que no me permitía escuchar,
me abruma su cielo reflejado en mis desbordados sentimientos.
Huelo a ella:
esa madre que me amó de veras,
con su velo seco cubriendo mis desventuras
y su cobija larga de sabores
a albahaca y artemisa.
Te huelo en mí,
a través de mi historia
sobre mis ensayos de vida,
te miro aplaudiendo mis vanas hazañas
tan vanas como mías
El dolor de tu ausencia fragua poco a poco,
huele fuerte a tiempo ido
tus amores y consejos
Tus palabras.
Como tu cariño fiel te huelo en mí,
te siento y reconozco
en ese olor a flor de café que acecha mis cercanías
percibo tus arrullos y tus puntadas en mis cielos.
Quiero guardar estas flores en lo interno de mi piel ya vieja
como tus manos cubriendo mi dolor durante mis amaneceres,
como ese tiempo que pasaste mirando, con aliento, mis ocasos
como el beso no dado
que absorbe la distancia
y me deja, la irresistible necesidad de tu presencia.
siento su voz marchita entre mis reflejos,
giro entre sus insinuaciones como un viajero entre sus entrañas.
Un algo aprieta mi cuello
¡Cómo la extraño!
Huelo a ella,
un aroma que no me atrevía a sentir,
una voz que no me permitía escuchar,
me abruma su cielo reflejado en mis desbordados sentimientos.
Huelo a ella:
esa madre que me amó de veras,
con su velo seco cubriendo mis desventuras
y su cobija larga de sabores
a albahaca y artemisa.
Te huelo en mí,
a través de mi historia
sobre mis ensayos de vida,
te miro aplaudiendo mis vanas hazañas
tan vanas como mías
El dolor de tu ausencia fragua poco a poco,
huele fuerte a tiempo ido
tus amores y consejos
Tus palabras.
Como tu cariño fiel te huelo en mí,
te siento y reconozco
en ese olor a flor de café que acecha mis cercanías
percibo tus arrullos y tus puntadas en mis cielos.
Quiero guardar estas flores en lo interno de mi piel ya vieja
como tus manos cubriendo mi dolor durante mis amaneceres,
como ese tiempo que pasaste mirando, con aliento, mis ocasos
como el beso no dado
que absorbe la distancia
y me deja, la irresistible necesidad de tu presencia.
Un acto de amor ©
Aduzco que se encendió el motor de emociones
que gira entre los días de amor y compañía
que se escurren entre mis dedos
en lo simbólico de mis amaneceres
y lo rústico de mis realidades.
Miro entre las rendijas
los escasos residuos de posibilidades
que permiten pasar al regente
y que disfruto en lo impenetrable de mis oscuridades
y en lo lúgubre de mi existencia misma.
Tus manos se esconden y se exponen ante mí,
se muestran y rondan mis virtudes
como provocando mis pensamientos y mis pasiones.
Tus ojos me guiñen las arrugas del alma
y reflejan la consistente luminosidad del espacio.
Tus brazos, fuertes árboles latentes de caricias
y virtudes, controlan los espacios
dignos de cada segmento sagrado.
Y tus piernas…, tus piernas
Benditas laderas fulminantes
que recorro tras la agitada carrera de mis placeres.
Ojalá que el tiempo me regale
sus pinceladas de estaticidad
para guardar en mi pintura
la delicia de este evento.
Ojalá que no se acabe la suavidad
de los segundos que permiten nuestro intento de redención.
Ojalá que el campo, el fuerte viento
y los tornados puedan encadenar conmigo
este gesto de amor hecho realidad en un acto.
que gira entre los días de amor y compañía
que se escurren entre mis dedos
en lo simbólico de mis amaneceres
y lo rústico de mis realidades.
Miro entre las rendijas
los escasos residuos de posibilidades
que permiten pasar al regente
y que disfruto en lo impenetrable de mis oscuridades
y en lo lúgubre de mi existencia misma.
Tus manos se esconden y se exponen ante mí,
se muestran y rondan mis virtudes
como provocando mis pensamientos y mis pasiones.
Tus ojos me guiñen las arrugas del alma
y reflejan la consistente luminosidad del espacio.
Tus brazos, fuertes árboles latentes de caricias
y virtudes, controlan los espacios
dignos de cada segmento sagrado.
Y tus piernas…, tus piernas
Benditas laderas fulminantes
que recorro tras la agitada carrera de mis placeres.
Ojalá que el tiempo me regale
sus pinceladas de estaticidad
para guardar en mi pintura
la delicia de este evento.
Ojalá que no se acabe la suavidad
de los segundos que permiten nuestro intento de redención.
Ojalá que el campo, el fuerte viento
y los tornados puedan encadenar conmigo
este gesto de amor hecho realidad en un acto.