Luis Rodríguez
29 de mayo de 1979
Colectivo Nuevo paradigma
gestor cultural
productor de nuevas voces
productor de nuevas voces
El último tramo había sido un tanto difícil, el terreno era muy quebrado y siempre con una trepada después de cada curva, una vez a la derecha y otra a la izquierda. El camino hasta La Marta no era nuevo ni para Guille ni sus amigos, y aunque el sol y el peso de los trastes que traían, eran ya un tanto incómodos, tras una última vuelta pudieron ver, por fin, el viejo portón de madera, que parecía haber recibido recientemente una mano de pintura, lo que hacía que, para el ojo inexperto se viera como madera nueva. Junto a la misma, se podía ver a alguien que cuidada su acceso.
– Ya les dije, aquí no se puede eso. – exclamó el guardián del portón. Benjamín, el encargado de la entrada, les repetía que en ese lugar se prohibía enfáticamente el ingreso con bebidas embriagantes o cualquier otro tipo de drogas ilícitas. Si no era una pastilla para la diarrea, o afines, no tenía espacio en este santuario natural. – Pero mirá, solo es una botellita. – dijo Perrillo, impaciente. – Vos podés, se amable. – ¡Que no! Y tampoco pueden entrar alcoholizados, así que ni se les ocurra tomársela afuera y entrar luego. – repitió Benjamín, un poco menos tranquilo. El muchacho era conocido por su buen temperamento, pero la insistencia de Raúl ya estaba rayando en la necedad. Así lo comprendió Guille, quien, después de exhalar fuertemente, tomó la botella de las manos de su amigo y la destapó para vaciar su contenido en el suelo. Una tragedia. Benjamín no era oriundo de Pejibaye, sino que venía de otro pueblito, muy parecido a este. Pero para Guille el dato carecía de importancia, apenas si había escuchado una vez que era estudiante de turismo y que desde hace unos meses trabajaba en la reserva, como uno de los guarda parques que vivían en la vieja casona del lugar. Era un tipo delgado y alto; su piel, en un inicio, debió ser bastante blanca, pero al andar por los senderos del parque, bajo el sol, se le estaba volviendo un poco rojiza en unas partes, y en otras morena. Probablemente, bajo su camisa su piel mantenía su tonalidad original. |
Mariposa estúpida, nocturna.
¿Cómo has venido a caer aquí? Pataleas, gritas y aleteas pidiendo ayuda luchando para que las aguas de la ducha no te arrastren hacia un lavabo sin tapa. Mariposa estúpida, desamparada. No deseo tu muerte aunque solo seas un insecto pero si trato de tomarte me atacas y resbalas con una de tus patadas de karate, la corriente suave, pero constante te sigue arrastrando poco a poco. Mariposa estúpida, salvada. Desamparo de su hogar a unos jabones para crear una rustica barcaza, y con este nuevo artilugio logró el salvamento para así llevarte (como un Moisés) a una ventana donde puedas recuperar tus fuerzas y habilidad de volar. Mariposa estúpida, muy estúpida. ¿Cómo vas a lanzarte de nuevo a la corriente? El lavabo sin tapa como una boca hambrienta reclama decidido tus carnes. (Repetir párrafo número tres pero prever una mejor posición de salvaguardia, que esté a una distancia mayor del borde de la ventana para evitar una nueva recaída de la paciente.) Mariposa estúpida, libre. Has lo que quieras pero si en verdad te quieres suicidar hazlo lejos de mí, que no quiero tener que organizar un sepelio donde solo asistan chinches, arañas y mariposas descerebradas. |
Gestores Literarios: |
Marisa Daniela Russo - Sebastián Salazar - Luis Rodríguez |
Colaboradores:Mediaciones Artísticas: Max Solís - TED
|
Proyectos de extensión:
|