Anaranjado
Un recuerdo llegó a su corazón, como llegan las mariposas a las flores. Era una memoria anaranjada, quizá por el amarillo de su cabello y el rojo de sus labios. Pudo percibir aquél olor, ese que solo ella era capaz de producir. Sintió sus suaves manos acariciando su espalda. Entonces pudo verla; su rostro casi infantil, sonreía dulcemente. Estaba vestida de blanco, tomando su mano y al mismo tiempo su corazón. En ese instante abrió los ojos. El féretro todavía estaba en la sala. Una lágrima recorrió su arrugada faz. Volvió a cerrar los ojos
Aeternus
“¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?”
Albert Einstein
Albert Einstein
Un día o una noche (¿Qué importa eso?) una luciérnaga empezó a volar sin rumbo, sin ideas, sin razón de ser.
Después de volar por un rato o por una eternidad (¿Qué importa eso?) llegó a una cueva gigantesca, que en la densa oscuridad parecía nunca terminar y más bien agrandarse.
Abajo, en el piso de la cueva, una hormiga lloraba muy tristemente la enfermedad de su reina.
Al alzar la vista y ver aquella luz pasar, rogó por la recuperación de su querida madre, al mismo tiempo que la luz se perdía en la eternidad.
Minutos después la hormiga recibió la noticia que su reina se había recuperado. En medio de una gran alegría contó a todas las demás hormigas lo que había pasado. Dijo que al ver aquella lejana luz moverse en todo lo alto, le pidió su mayor deseo y de inmediato su deseo se cumplió.
Desde ese día en aquella cueva o universo (¿Qué importa eso?) se les llamó a esas luces estrellas fugaces y cada vez que pasan se les piden deseos.
Por su parte la luciérnaga o luz o estrella (¿Qué importa eso?) siguió su camino preguntándose de vez en cuando cual sería su objetivo en la vida.
Después de volar por un rato o por una eternidad (¿Qué importa eso?) llegó a una cueva gigantesca, que en la densa oscuridad parecía nunca terminar y más bien agrandarse.
Abajo, en el piso de la cueva, una hormiga lloraba muy tristemente la enfermedad de su reina.
Al alzar la vista y ver aquella luz pasar, rogó por la recuperación de su querida madre, al mismo tiempo que la luz se perdía en la eternidad.
Minutos después la hormiga recibió la noticia que su reina se había recuperado. En medio de una gran alegría contó a todas las demás hormigas lo que había pasado. Dijo que al ver aquella lejana luz moverse en todo lo alto, le pidió su mayor deseo y de inmediato su deseo se cumplió.
Desde ese día en aquella cueva o universo (¿Qué importa eso?) se les llamó a esas luces estrellas fugaces y cada vez que pasan se les piden deseos.
Por su parte la luciérnaga o luz o estrella (¿Qué importa eso?) siguió su camino preguntándose de vez en cuando cual sería su objetivo en la vida.