Autorretrato ©
Vivo en el aquí y el ahora: esta es mi residencia, es lo único que tengo, y con este bien, me siento satisfecho, completo, y no le envidio nada a nadie. No vivo en el pasado. De vez en cuando lo visito, y no me gusta quedarme ahí, y luego, regresar al presente con dramas y exhibicionismos de sufrimiento. Se me concedió el don de la vida, y también el de profundizar en ella. El sufrimiento es real y lo recibo porque es creado por el ego, y es lo único que lo va a destruir. Tampoco me gusta ir al futuro, porque me pierdo el tesoro más grande que tengo: ESTE MOMENTO, este instante valioso en el que siempre soy un niño, que se asombra con todo lo que se presenta ante mí. No me gusta enredarme en el materialismo porque lo considero una ilusión. Hay un instante en el que nos percatamos, que nosotros no somos lo que tenemos, porque ni el que tiene más poder ni riquezas, certificados universitarios, ni condecoraciones, ha logrado salvarse de la muerte. Estamos de paso y nuestra estancia es muy breve. Todo pasará. En algún momento nos iremos, y nada nos llevaremos. En nuestro tránsito de nada nos sirve toda esta triste vanidad, ni este culto a la personalidad, ni estas supuestas riquezas. Nuestra identidad no son los bienes, ni los títulos, ni el trabajo que realizamos. Todo lo que poseemos es circunstancial, y sólo adquiere algún sentido si lo utilizamos para hacer el bien, es decir, para construir una sociedad justa, sin tanta mentira ni demagogia. Doy gracias a Dios por mi trabajo, por el vestuario de hoy, por el aire que respiro, por mi vista, por mis alimentos, y por el lenguaje coherente, el que pronuncio y el que escribo con buenas intenciones. Creo que lo único que nos puede salvar, es el amor incondicional a la vida. La vida me ha enseñado a estar presente; es decir, a estar consciente. No soy religioso; pero respeto todos los credos integrados por seres que sienten a Dios en unidad con el Ser, de hecho, a pesar de mi imperfección, siento que Dios está dentro de mí, esta es la realidad, y todo lo demás es una ilusión. No me gustan los fanatismos de ningún tipo. Yo nací de una decisión valiente de seres en unidad con la Tierra, seres preciosos que ven y sienten lo Sagrado de la Tierra. No creo en la vida futura ni en la reencarnación; pero sí creo en la presencia del Espíritu de Dios en la totalidad, y este Espíritu es el que le da unidad a la vida, y la eternidad es para mí un estado atemporal, aquí, en lo más profundo de mí. Creo que hay que morir en vida para nacer en vida. Morir a la simpleza y a la mediocridad, y nacer a las fortalezas, que llevamos en lo profundo. La vida es paralela a la muerte, y por eso, no le temo a la muerte, porque el temor no la alejará de mí. La única revolución en la que creo es en la transformación interna a partir del conocimiento de mí mismo. Lo mejor que me ha sucedido es el don de la vida. Por eso le doy gracias a Isabel, mi madre, y a Jorge, mi padre, que se dejaron usar por Dios, y se tomaron el tiempo necesario para engendrarme en medio de dos ríos, en Turrialba, mi amado pueblo donde nací, viví mi niñez, y mi adolescencia. No soy perfecto; soy perfectible, y esto es un proceso que me llena de grandes satisfacciones.Todas las noches duermo en paz porque tengo por regla hacer el bien, y me deleito cuando veo prosperar a mis congéneres. Lo que existe fuera de nosotros es un reflejo de lo que nosotros somos por dentro, por lo tanto, si nos volvemos conscientes y cambiamos, nuestro entorno cambiará. A pesar de la maldad que ha existido y aún existe, creo que hemos sobrevivido porque el amor existe, y por lo tanto, es un poder real. No soy un sabio; pero soy inteligente y consciente. Tengo tres inteligencias integradas en mí: la inteligencia emocional, la espiritual, y la racional. Me considero una persona sana mentalmente, porque tengo el hábito de observar de manera consciente lo que pasa por mi mente, y me observo equilibrado, en un centro. Dentro de mí encontré un espacio sin principio ni fin. Soy costarricense y amo a mi Patria profundamente, sin embargo, no creo en los nacionalismos, porque todos nacimos en un mismo planeta, venimos de un mismo linaje, y en cada uno habita el Universo. No me desespero por llegar a ninguna meta, porque busqué en la dirección correcta, y ya regresé a casa y encontré lo que buscaba. Valoro cada paso que doy sobre esta Tierra. Pertenezco a una gran familia: la vida en su totalidad: toda la vida animal y vegetal, y la Tierra es mi Madre Sagrada. Por eso siento que esta Tierra me recorre la sangre. Nací aquí, y desde aquí saludo en paz y con alegría, desde aquí canto mi gozo. Desde aquí, en San José de Costa Rica, lanzo en vuelo mis poemas, consciente de que entrarán en los corazones, y abrirán senderos de luz. Levanto mi voz con fe y permanente entusiasmo, abrazado a mi planeta, extendido en el Universo, por medio de la fuerza poderosa del amor, el verdadero poder que sostiene al planeta.
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Solamente juguemos ©
Juguemos a que hoy
nos decimos adiós… sin irnos lejos de nuestra presencia, porque debes recordar que un día decidimos no abandonarnos, no desertar de este fuego, no claudicar de esta lucha, no dejarnos desolados en este caos más que en caso necesario, y aún así, en la tempestad, habrá suficiente amor para bebernos toda la lluvia y convertirnos en otro mar o en el cielo que inventamos y sabemos que aún está aquí con este sol de nuestra sangre. Inventemos que decidimos separar nuestros itinerarios dudosos, hasta visualizar la convergencia en alguna senda perfecta donde no es necesario caminar para buscarnos o encontrarnos. Juguemos a disfrutar lo que dejamos olvidado en cada uno de nosotros y a reírnos sin descanso hasta tocar la estrella oculta del universo que somos; juguemos a volar más allá de este universo conscientes que hay más. |
Sueño dentro de otro ©
Mujer, sé que soy en vos
un cercano sueño dentro de otro,
un ideal que tuviste
hace ya mucho tiempo,
iniciado en tu infancia,
cuando te leían cuentos de príncipes
o cuando los leías en el atardecer,
en un espacio y tiempo ideal
de esta tierra costarricense.
Y así creció este hombre
en la misma aldea en que creciste,
el personaje que un día
entró en tu sueño,
y tu sueño y el mío
construyeron una visión.
Sé que no me imaginaste
príncipe en castillos
reverenciado por sus sirvientes,
insensible ante el desamor,
el hambre, y el sufrimiento;
sólo vos, muchacha,
me diste respiración
en unidad con la existencia,
me creaste y recreaste
en cada instante,
y conforme a tu ideal,
nos enamoramos de la vida.
Éramos uno en la inmensidad,
y debemos despertar otra vez,
porque el ayer, es todavía hoy,
y el mañana existirá
si estamos conscientes.
Del pasado degustamos
la esencia de nuestro vino,
sentimos sus atributos
en un río placentero,
la belleza del día que envuelve
nuestro afán de vivir
en cada intervalo vivido,
Desde lo más insondable,
somos la conspiración,
del amanecer en resistencia,
y no daremos ninguna tregua,
no bajaremos la guardia,
no claudicaremos,
hasta que aprobemos el amor
por unanimidad popular
en ley de la república.
un cercano sueño dentro de otro,
un ideal que tuviste
hace ya mucho tiempo,
iniciado en tu infancia,
cuando te leían cuentos de príncipes
o cuando los leías en el atardecer,
en un espacio y tiempo ideal
de esta tierra costarricense.
Y así creció este hombre
en la misma aldea en que creciste,
el personaje que un día
entró en tu sueño,
y tu sueño y el mío
construyeron una visión.
Sé que no me imaginaste
príncipe en castillos
reverenciado por sus sirvientes,
insensible ante el desamor,
el hambre, y el sufrimiento;
sólo vos, muchacha,
me diste respiración
en unidad con la existencia,
me creaste y recreaste
en cada instante,
y conforme a tu ideal,
nos enamoramos de la vida.
Éramos uno en la inmensidad,
y debemos despertar otra vez,
porque el ayer, es todavía hoy,
y el mañana existirá
si estamos conscientes.
Del pasado degustamos
la esencia de nuestro vino,
sentimos sus atributos
en un río placentero,
la belleza del día que envuelve
nuestro afán de vivir
en cada intervalo vivido,
Desde lo más insondable,
somos la conspiración,
del amanecer en resistencia,
y no daremos ninguna tregua,
no bajaremos la guardia,
no claudicaremos,
hasta que aprobemos el amor
por unanimidad popular
en ley de la república.
Invoco un día feliz ©
Amanece. He regresado.
Mírame ahora…, presente.
En mi lento despertar
siento mi languidez
en mis alas quebradas
y en este instante,
en el borde del suburbio,
invoco un día feliz
con su permanente sonrisa
y su oratoria iluminada.
La noche fue sonámbula,
descalza y sin manos,
y con su lámpara extinta
está fatigada del viaje.
Obsérvame a hurtadillas.
Abre con exaltación mis párpados.
Muéstrame tus atisbos
desde tus embriones
y cántame tus hallazgos,
descifra este misterio
y libérame con los engendrados
en búsqueda de la luz.
Quiero que los sobrevivientes
escuchen tus bienvenidas al poeta
en permanente despertar,
y observen tus hallazgos insólitos.
Escudriña mi devenir,
y dime si encuentras
un mendrugo de sueño
o un destello de ilusión.
Mírame ahora…, presente.
En mi lento despertar
siento mi languidez
en mis alas quebradas
y en este instante,
en el borde del suburbio,
invoco un día feliz
con su permanente sonrisa
y su oratoria iluminada.
La noche fue sonámbula,
descalza y sin manos,
y con su lámpara extinta
está fatigada del viaje.
Obsérvame a hurtadillas.
Abre con exaltación mis párpados.
Muéstrame tus atisbos
desde tus embriones
y cántame tus hallazgos,
descifra este misterio
y libérame con los engendrados
en búsqueda de la luz.
Quiero que los sobrevivientes
escuchen tus bienvenidas al poeta
en permanente despertar,
y observen tus hallazgos insólitos.
Escudriña mi devenir,
y dime si encuentras
un mendrugo de sueño
o un destello de ilusión.
El espacio donde habita el ángel ©
Aún tenemos la misma gracia
para reinventarnos, y continuar con el milagro de hacer vida con la nuestra. La vida nos necesita conscientes; cada átomo que respiramos nos impulsa a perfeccionar la obra, a vivir en jardines en rebelión con árboles invencibles. Por eso, mujer, ven, siéntate al lado de mi cuerpo extendido sobre el mundo y muéstrame en la altura el espacio donde habita el ángel, señálame la ruta soñada, y en el transcurrir del instante apreciemos el espacio sagrado de nuestra visión. |
Hoy mi voz se levanta ©
Siempre con la necesidad de sentirte
en lo más hondo, aquí, en lo sagrado que tengo en esta tarde efímera, tu recuerdo me ha visitado, y en paz observo tu imagen, y su movimiento, entrelaza mis tramas, teje mis vacíos en los riachuelos dulces, en descenso armonioso, desde tus montañas. Y con el destello del agua: sentado en el centro de la fuente, he meditado con los que buscan descifrar enigmas en bibliotecas, o interpretar códigos antiguos, y a pesar de mi fe heredada por mis ancestros, y de los cantos que irrumpen por mis poros en madrugadas, hoy mi voz se levanta desde mis alas cansadas, y mis corrientes te buscan en cada palabra desnudada por mi placentera insistencia. |
El día que huye ©
En rebelión con mis animales
te busqué en la plenitud del día, sobre los techos de las casas y en los pisos de tierra habitados por los pobres. Te busqué con insistencia en los rótulos sembrados, en mi somnolencia, con los callos de mis días. Anduve detrás de edificios, en escaleras de emergencia, en zonas de seguridad, en sótanos en ruinas, en la casa inexistente donde viví mi niñez, en el reloj que se detuvo cuando tu mirada alcanzó la mía en la densidad del bosque. Bajé por todos los ríos para escudriñar en océanos la danza profunda del agua; con insistencia pronuncié tu nombre en las islas extendidas para persuadirte con mi afán a que no saltes al vacío. En tu copa lejana bebí de mi propia angustia, y caminé descalzo en este desierto que llevo en busca de un oasis, y estoy cansado con mis ojos en permanente guardia, y todo se vuelve difuso en el devenir de tu imagen en el día que huye. |
El espejo de mi identidad ©
Después de mi lento despertar,
poema mío: espejo de mi identidad… imaginé que te había extraviado en los abrigos de los indigentes, en el pan rancio de los que vagan, en el silencio de alguna casa abandonada. He revisado mi corazón, y me pregunto: ¿Por qué mi vida se precipitó desde su potente vuelo, y al encontrarse con tu luz cayó sobre el mundo? Sé que naciste conmigo. Lloramos juntos por primera vez, asombrados ante el panorama del nacimiento del día visitamos todos los jardines, y en la intimidad de la noche acostados en la plaza contamos las estrellas, y soñamos nuestra vida con sus atisbos en llamas. Los pechos de la aurora nos amamantaron y navegamos en barquitos de papel hasta llegar al océano fusionados con el agua. Remontamos el volcán y sobre la cumbre bendita a 3340 metros sobre el nivel del mar, habitamos las cumbres y fuimos uno en el territorio sagrado. Pero hoy veo que mi alma ha saltado en asombro, al ver que has lanzado tu cuerpo sobre la calle, y estás expuesto a las hienas y a las aves de rapiña. Por eso, pongo mis manos sobre tu cuerpo en agonía, y te ordeno que te levantes mi sabio niño viejo, mi mellizo, hermano poeta. Regresa de la noche a la que decidiste descender a jugar con la muerte. No quiero tu ausencia, el universo nos necesita. Quédate conmigo, vuela dentro de mí, porque eres mi poema. |
Recostada sobre mi pecho ©
Si te digo, que te reclines
en mi pecho, es para que me des un poco de tu tiempo, escuches mi corazón y decidas vivir en él la plenitud que me enseñaste, porque hace muchos años, mi corazón buscó el tuyo, y por eso, estoy vivo. Cada palpitar trae tus lejanías hasta mi instante de meditación, y aún perduras con tu dulce música. Amarte es mi necesidad para mantenerme con vida. Por eso, en cualquier lugar, y en cada momento en el que estés presente, quiero que tu voz inquiete la mía para no claudicar. Sólo vos, resplandeciste, y me creaste y recreaste. Por eso, quédate aquí, recostada sobre mi pecho y dame a beber tus sueños. |
En busca de tu norte ©
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Léame sólo una línea ©
Nuestros hijos e hijas
han extendido sus alas,
obsérvalos, están aquí
y allá, y en lo más alto.
Nos han dejado una pausa,
sensaciones de vacío
en las interrogaciones
dibujadas en lejanías.
Por favor, Viria, acércate,
quiero sentir la felicidad
en las yemas de tus dedos
y continuar nuestros pasos
hasta el final del día.
Somos una vida sensata
sobre esta nave terrenal,
la cordura que se resiste
con el amor en la confusión,
acércate porque hace frío
en este amanecer de mayo
del año dos mil quince.
En este glorioso instante
léame sólo una línea
o una imagen literaria
de los 5 poemas procreados
en nuestro pequeño sendero,
y en nuestra breve estancia,
explícame, mujer, otra vez,
el vuelo de cada hijo e hija
desde la fertilidad de tu vientre.
Susúrrame las sonrisas infantiles
en respuesta a tu canción de cuna,
cántame la potencia de la síntesis,
observemos por los intersticios
iluminados del tiempo
la amplitud de la senda
hacia arriba y a lo ancho,
y recapitulemos nuestra historia
dentro del círculo que se cierra,
reflexionemos,
sentados en el piso.
Yo te escucharé sin cansarme,
entraré por tu mirada,
para reconquistar,
desde tu vientre juvenil,
una vez más la vida,
seré un necio que se opone al final,
de pie, sobre el agua
confiado en que este amor,
marchará con los enamorados
sobrevivientes de adversidades.
Mis poemas nunca agonizan,
permanecen vivos y ardientes
abrazados a tus pies,
y te piden que los asciendas
otra vez, por dentro, hasta crear
una corona sobre tu cabeza.
Después de este tránsito
sé que seguiremos vivos,
y es mi deseo que la humanidad,
con el afán de semejarse a Dios,
descifre el misterio de este amor
fusionado con la vida
han extendido sus alas,
obsérvalos, están aquí
y allá, y en lo más alto.
Nos han dejado una pausa,
sensaciones de vacío
en las interrogaciones
dibujadas en lejanías.
Por favor, Viria, acércate,
quiero sentir la felicidad
en las yemas de tus dedos
y continuar nuestros pasos
hasta el final del día.
Somos una vida sensata
sobre esta nave terrenal,
la cordura que se resiste
con el amor en la confusión,
acércate porque hace frío
en este amanecer de mayo
del año dos mil quince.
En este glorioso instante
léame sólo una línea
o una imagen literaria
de los 5 poemas procreados
en nuestro pequeño sendero,
y en nuestra breve estancia,
explícame, mujer, otra vez,
el vuelo de cada hijo e hija
desde la fertilidad de tu vientre.
Susúrrame las sonrisas infantiles
en respuesta a tu canción de cuna,
cántame la potencia de la síntesis,
observemos por los intersticios
iluminados del tiempo
la amplitud de la senda
hacia arriba y a lo ancho,
y recapitulemos nuestra historia
dentro del círculo que se cierra,
reflexionemos,
sentados en el piso.
Yo te escucharé sin cansarme,
entraré por tu mirada,
para reconquistar,
desde tu vientre juvenil,
una vez más la vida,
seré un necio que se opone al final,
de pie, sobre el agua
confiado en que este amor,
marchará con los enamorados
sobrevivientes de adversidades.
Mis poemas nunca agonizan,
permanecen vivos y ardientes
abrazados a tus pies,
y te piden que los asciendas
otra vez, por dentro, hasta crear
una corona sobre tu cabeza.
Después de este tránsito
sé que seguiremos vivos,
y es mi deseo que la humanidad,
con el afán de semejarse a Dios,
descifre el misterio de este amor
fusionado con la vida
En busca de lo que perdimos ©
Amanece, y aunque es incierta
la luz del día que nace,
observemos la vida
en nuestros retratos jubilosos
atrincherados
en la última estancia,
en espera del viaje.
En este momento crucial,
hay que saltar de la fotografía,
para vivir en tiempo
y espacio verdadero,
obligatorio soltar las naves
y viajar a la montaña iluminada,
en busca de lo que perdimos.
El día envejece, somnoliento,
en los suburbios del planeta.
El día llegó hasta aquí,
cansado y semidormido
con su multitud de niños viejos.
la luz del día que nace,
observemos la vida
en nuestros retratos jubilosos
atrincherados
en la última estancia,
en espera del viaje.
En este momento crucial,
hay que saltar de la fotografía,
para vivir en tiempo
y espacio verdadero,
obligatorio soltar las naves
y viajar a la montaña iluminada,
en busca de lo que perdimos.
El día envejece, somnoliento,
en los suburbios del planeta.
El día llegó hasta aquí,
cansado y semidormido
con su multitud de niños viejos.
El silencio que dejaste ©
Yo me marcharé en pausas,
y en mis respiros de nostalgia
lanzaré perfume a mi soledad
en el silencio que dejaste.
Descalzo, follaje adentro,
a tientas con mi lámpara,
sentiré tu voz en la mía
en este corazón ansioso
en busca de un lenguaje.
Tu voz, sembradora de alas
en mis sueños
hoy la escucho desde mis atisbos
en las puertas y remansos
del atardecer de mi aldea,
voz-aliento para no desfallecer
entre tantos aires de simpleza.
Sobre mi tacto
caminaré hacia mi juventud
con mi asombro y el tuyo
en busca de tu sonrisa
imaginada en este invierno.
y en mis respiros de nostalgia
lanzaré perfume a mi soledad
en el silencio que dejaste.
Descalzo, follaje adentro,
a tientas con mi lámpara,
sentiré tu voz en la mía
en este corazón ansioso
en busca de un lenguaje.
Tu voz, sembradora de alas
en mis sueños
hoy la escucho desde mis atisbos
en las puertas y remansos
del atardecer de mi aldea,
voz-aliento para no desfallecer
entre tantos aires de simpleza.
Sobre mi tacto
caminaré hacia mi juventud
con mi asombro y el tuyo
en busca de tu sonrisa
imaginada en este invierno.
Esta ciudad ©
Esta ciudad, vieja y cansada,
perece en su drama. víctima de sus aires globales, sus emociones son ingenuas, y su orondo ego la devora. Esta ciudad, abre sus fétidas fauces, muestra sus sótanos habitados de dolor y angustia. Por ella, se asoman sus bufos mercaderes, y abajo, en el fondo del abismo, se debaten sus rostros demacrados, cabezas adentro, en basureros. Sobre ella camino en cantos y siempre lloro entre galerías de personajes con muecas inconclusas. Es evidente su espíritu de falsa metrópoli, su voluptuosidad, su muchedumbre de miedos y advenedizos profetas. Uno siente su queja desde sus drenajes y corre por su larga Avenida Central, donde nos buscamos en cada exclamación de transeúntes y vendedores de sueños ambulantes. Esta ciudad, este país, agoniza, señor Presidente. |